Solo dos ingredientes y hay que ver el juego que han dado. Con medio boniato y una bolsa empezada de queso rallado, preparé este piscolabis que aconsejo comer recién hecho eso sí, pues al enfriarse va perdiendo tersura. Dos sabores bien contrastados en una elaboración que sorprende por su austeridad. El producto de temporada, siempre tan agradecido, hace posible que lo sencillo se convierta en extraordinario, por eso no me canso de repetir que nos aprovechemos de él, aunque algunos los haya durante todo el año. No es el primer crujiente con verdura que preparo, este brócoli al parmesano también está muy rico, es cuestión de elegir el vegetal que más nos apetezca y combinarlo con un queso a nuestro gusto, el horno hará el resto.
Esta receta se la envío a Marisa y su proyecto 1+/- 100, desperdicio 0, destinado a concienciar sobre la reducción de desperdicio, ahorro y defensa del medio ambiente.
Ingredientes:
-1/2 boniato
-150 g de queso al gusto
-Aceite
Preparación:
Pelamos y cortamos en medias lunas finas el boniato. En una placa de horno, cubierta con papel vegetal, ponemos una capa de queso rallado, sobre él acomodamos las rodajas de boniato, rociamos un hilito de aceite por encima y llevamos al horno precalentado a 200 grados, hasta que el queso se derrita y las lonchitas se pongan tiernas. No dejéis de vigilar, pues se hace enseguida. Cortar en trozos a nuestro gusto para presentar, también se pueden moldear mientras están calientes.