Pastel de patatas

Ideal como guarnición o primer plato, porque comenzaré diciendo que no es precisamente light, pero sí una forma distinta y muy rica de comer patatas. La leche y los quesitos le proporcionan jugosidad y un sabor suave, aunque los paladares más atrevidos pueden optar por quesos más fuertes, como los azules.
L@s que me conocéis sabéis de mi afición por las tartas saladas. Me gusta experimentarlas con distintos ingredientes y cuando veo recetas nuevas, siempre son las primeras en las que me fijo. Ahora nos vienen muy bien para las reuniones navideñas, ya que se pueden hacer con antelación y evitar prisas de última hora, si bien tengo que decir que en este caso concreto, como mejor está este pastel es recién hecho. Va bien para acompañar carnes o pescados, pero eso sí, recomiendo que la ración sea en plato de postre porque llena bastante.

Ingredientes:

-4 patatas grandes
-4 huevos
-6 quesitos en porciones
-2 vasos de leche
-Aceite, sal y pimienta
-Queso rallado

Preparación:

Se pelan las patatas, se cortan en rodajas no muy gruesas y se fríen a fuego bajo, de manera que empiecen a hacerse por dentro pero no tomen demasiado color. Una vez hechas las colocamos en una fuente, a ser posible de barro. Aparte, se baten los huevos, se les añaden los quesitos muy troceados, la leche, la sal y la pimienta molida, y con esta mezcla se riegan las patatas. Introducimos la fuente en el horno precalentado a 190 grados hasta que la mezcla quede cuajada, yo la tuve media hora. Pasado este tiempo, las sacamos, cubrimos con el queso rallado y gratinamos otros diez minutos o hasta que el queso quede derretido.