Magdalenas de avena integral

 Siempre me han dicho que los experimentos, con gaseosa, pues bien, hoy me van a permitir que lo ponga en duda, mis magdalenas han quedado de locura de la buena. Las he ido apañando por el camino, partiendo de receta básica, según me han ido faltando ingredientes, se los he añadido. He hecho lo que nunca se debe hacer en repostería, un dulce a ojo; ¿que me parece poca leche? Un chorrito más. ¿Poco azúcar, que luego mi marido se queja? Un poquito más. El problema ha llegado a la hora de poner la harina, se veía claramente que faltaba y ya no tenía más, fue la que sobró de hacer un bizcocho; he tirado de harina de trigo entonces, pero oye, ni se ha notado. Riquísimas después de todo. Han quedado feitas, eso lo reconozco, pero cuando las he probado y estaban tan jugosas y sabrosas, me he dicho, -estas para el blog, no puedo privar a la humanidad de algo tan bueno. 

PD: A lo mejor he exagerado un poco en la reflexión.

Esta receta nació para emplear la harina de avena integral que sobró del bizcocho que también he publicado, por lo que es de aprovechamiento. Se la envío a Marisa y su proyecto 1+/- 100, desperdicio 0 relacionado con el reciclaje, la reducción de desperdicios, el ahorro y la defensa del medio ambiente.

Ingredientes:

-250 g de harina de avena integral

-50 g de harina de trigo

-1 sobre de levadura tipo Royal

-1c/c de canela molida

-180 g de azúcar moreno

-3 huevos

-180 ml de leche de avena

-180 ml de aceite de girasol

-Azúcar moreno para poner sobre las magdalenas

Preparación:

Yo las hice con varilla eléctrica. Batimos los huevos con el azúcar hasta que doblen su volumen. Incorporamos el aceite, la leche y la canela. Seguimos batiendo. Mezclamos las harinas con la levadura y las añadimos a la mezcla en dos veces, integrándola bien. Ahora colocamos las cápsulas dentro de moldes de magdalenas para que no ensanchen y crezcan hacia arriba, yo las puse dentro de moldes de aluminio, vertí la masa entonces sin llenarlos, dejando un dedo antes de llegar al filo de la cápsula y repartí un poquito de azúcar por encima. Las metí a horno precalentado a 190 grados y a mitad de cocción las tapé con papel aluminio (o de horno) para que no se quemaran por encima. Estuvieron 30 minutos en el horno, lo apagué, entreabrí la puerta y las dejé diez minutos más. Cuando las saqué estaban perfectas para comerse dos o tres de una vez.